Hablando de la crisis, uno de los fenómenos que la acompañan es la inflación, la devaluación de la moneda. Curiosamente, una inflación baja hoy en día se considera normal, a pesar de que poco a poco disminuye seriamente el poder adquisitivo de la población.
Sin embargo, lo que está sucediendo actualmente no va en ninguna comparación con los cinco casos más graves de hiperinflación, que presentamos a continuación. Aquellos eran días oscuros para la gente, cuando los billetes se convertían en algo totalmente inservible en el transcurso de días o incluso horas.
Veamos algunos ejemplos de lo que se llama hiperinflación y esperemos que no nos pase a nosotros, aunque nadie puede estar asegurado contra este tipo de acontecimientos.
5. Hiperinflación en Grecia en 1944
En los últimos 100 años Grecia pasó por varias peripecias. Hoy está enfrentado la crisis económica y el agujero de la deuda, pero al final de la Segunda Guerra Mundial el país enfrentó los efectos de una hiperinflación. Ese año la inflación era de 18%. Al día. En otras palabras, el dinero perdía una quinta parte de su valor cada día. Cada par de días se perdía la mitad del costo de cualquier producto.
Antes de la guerra Grecia tenía un superávit significativo, pero al año siguiente ya había acumulado la deuda tres veces más grande. Todo eso debido a los problemas de comercio que trajo la guerra mundial. Cuando las operaciones militares se trasladaron al territorio del país, el asunto empeoró. Encima, ahora tenían que alimentar a las tropas de los invasores, y obviamente, eso no le ayudaba nada al presupuesto.
Finalmente, cuando ya no había con que pagar, el Banco Central comenzó a emitir más billetes, lo que condujo a un resultado lógico: en ese período la tasa de inflación mensual se ubicó en 13,800 por ciento.
4. Hiperinflación en la República de Weimar (Alemania) en 1923
Hace apenas unos años Alemania finalmente terminó de pagar las reparaciones por la Primera Guerra Mundial. Por supuesto, las cantidades eran elevadas, mientras la situación después de la guerra era muy mala. Debido a las condiciones de pago muy severas y los montos a pagar realmente enormes, el valor de la divisa alemana disminuía rápidamente. Para el 1923 la situación se salió del control, los precios se duplicaban cada 4 días y la tasa de inflación mensual llegó a ser 29,500 por ciento.
Es sobre ese período que cuentan el chiste de que una abuelita fue a la tienda a comprar pan con un carrito de billetes, pero mientras estaba en la tienda le robaron el carrito, dejando tirado el dinero, ya que nadie lo necesitaba entonces.
Precisamente fue esa crisis económica que le ayudó llegar al poder a Hitler, quien con mucha energía prometió una completa restauración para la nación. Todos sabemos, que sucedió después.
3. Hiperinflación en Yugoslavia en 1994
Hoy Yugoslavia ya no existe, fue un país que se derrumbó bajo la presión de la historia, la crisis y la política. El colapso de la Unión Soviética quebrantó el sistema, los choques y fricción interna que se habían sostenido antes, empezaron a manifestarse. Además, las sanciones económicas de los países occidentales echaron más leña al fuego.
De esta manera, hablando de números específicos, en enero de 1994, la inflación mensual en Yugoslavia alcanzó el increíble índice de 313 millones por ciento. Los precios se duplicaban cada 34 horas, y la moneda nacional fue revaluada cinco veces en 2 años. Obviamente, las consecuencias no fueron nada buenas.
2. Hiperinflación en Zimbabue en 2008
Hoy en día, algunas personas todavía recordarán aquel chiste de que cualquiera puede llegar a ser no solo un millonario, sino un multimillonario, con un único billete! Y sin embargo, ese billete no valdrá nada. Se trata del dólar zimbabuense.
En 2008, los precios en este país comenzaron a duplicarse cada 24 horas, y al final la inflación mensual alcanzó el nivel de 79.600 millones por ciento. Como resultado, el uso de la moneda local perdió totalmente el sentido (además de volverse incómodo: para comprar huevo se tenía que llevar aproximadamente una maleta y media de dinero), y las autoridades comenzaron a utilizar la moneda del país vecino, Sudáfrica (el rand) y el dólar americano. Actualmente se utilizan también el euro y el renminbi, mientras la moneda propia sigue faltando.
1. Hiperinflación en Hungría en 1946
El ejemplo de Zimbabue es muy ilustrativo para todos nosotros, ya que sucedió hace poco y lo vimos con nuestros propios ojos, no obstante, el récord en nivel de hiperinflación le pertenece a un país en Europa, no en Africa. Para ser precisos, a Hungría, justo después de la Segunda Guerra Mundial (sin duda, algunos se enriquecen de manera significativa gracias a una guerra, mientras otros terminan en la quiebra total).
Hungría era un país en cuyo territorio se desarrollaron acciones militares. Aparte, apoyaba a Alemania con créditos que, evidentemente, ya no se iban a devolver. De modo que el sistema económico, y con él toda la población del país experimentó un colapse.
Añadamos a esto las reparaciones a favor de los vencedores, que representaban casi la mitad del presupuesto del país, el que, a su vez, también estaba bajo el control de los mismos vencedores. En el pleno pico de la crisis, la tasa de inflación mensual de Hungría se ubicó en 13.600 billones por ciento. En mayo de 1946 se emitió un billete cuyo valor era 1 mil billones de pengos (moneda nacional) que a finales del mismo mes ya valía solo 2,4 centavos de dólar estadounidense.
Mientras tanto, los precios en Hungría se duplicaban cada 15 horas. Fue cuando realmente se empleaba la frase: camarón que se duerme, se lo lleva la corriente, ya que alcanzar a comprar algo con los billetes emitidos se volvía casi irreal.
¿Cuál será la probabilidad de que algo similar se repita en nuestro mundo modero? La respuesta es: muy alta, porque algunos países, entre ellos las principales economías mundiales, emiten dinero fíat en grandes cantidades, lo que eventualmente podrá conducir a las mismas consecuencias.
Solo imagínese cuántas personas en los países que mencionamos, habían trabajado toda su vida y al final, de un día para otro, todos sus ahorros simplemente desaparecieron.
Por eso hay que tomar medidas de precaución y no almacenar todos sus activos en un solo lugar y en una sola moneda, no importa qué tan confiable y estable ésta parezca hoy. También sería una buena opción abrir una cuenta bancaria offshore, de múltiples divisas, y, mejor aún, una o dos cuentas más de respaldo.
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