Recordemos que una de las principales cualidades de las Sociedades de Responsabilidad Limitada sobre las que hablamos con anterioridad era que si invierte en el extranjero, no paga impuestos por las ganancias de capital en Nueva Zelanda, ni tampoco sus socios. Pues bien, de ahí llegamos a comprender el sentido de esta figura societaria: es ideal como fondo de capital riesgo. De hecho, ése era el propósito inicial de su creación.
Así, esto puede utilizarse para un fondo común de los inversores de la misma forma que se utilizan los fondos PIE (Portfolio Investment Entity), pero sin la reglamentación en seguridad ni restricciones que tiene el PIE ya que los suscriptores no neozelandeses de una SRL no están sujetos a lo que disponga la autoridad financiera de Nueva Zelanda.
Las posibilidades ilimitadas de una SRL pueden incluir incluso un medio para constituir una empresa conjunta en la que los socios se reúnan para un proyecto determinado, por ejemplo, la construcción de un proyecto de hotel. La flexibilidad de ésta como vehículo corporativo, la simplicidad de las leyes que giran en torno a ella y el bajo coste de establecerse, pueden ser fácilmente utilizados por un pequeño grupo de empresas o particulares para hacer efectivo lo que se pensaban previamente que sería el negocio de los gestores de fondos.
Esto puede apreciarse con un ejemplo simple. Durante mucho tiempo se ha creído que la única manera de beneficiarse del auge de bienes raíces en Hong Kong era comprando inmuebles o participando en fondos inmobiliarios. Dichos fondos se limitan a comprar edificios comerciales y luego distribuyen la ganancia obtenida entre los suscriptores. El problema es que se cobran elevados honorarios por la gestión y a menudo, es demasiado difícil aprovecharse de estas gangas.
100.000 cada uno. Los 1,5 millones les darán la oportunidad de comprar un pequeño edificio comercial en Auckland, Panamá, Malta, etc.
Combinando con fideicomisos, ¿merece la pena?
Si los socios limitados al mismo tiempo otorgan sus ingresos a un fideicomiso que no es residente en Nueva Zelanda crea incluso más ventajas.
En primer lugar, no existe obligación de obsequiar en Nueva Zelanda. Por lo tanto, un obsequio de un fideicomitente al fideicomiso no ocasiona consecuencias fiscales para el donante, el fideicomitente o el fideicomiso.
Además, los beneficiarios del fideicomiso pueden repartirse las ganancias de la inversión con el fin de reducir al mínimo la repercusión fiscal en su país de residencia.
Por lo que respecta a los fondos depositados en el fideicomiso están completamente a salvo de los ataques de los acreedores de cualquier clase.
De tal forma, esta estructura garantiza la máxima protección. Veámoslo con un ejemplo.
Pongamos que Oscar nace en Inglaterra y tiene la suerte de contar con unos padres que se preocupan por su futuro y deciden crear un fondo para su hijo y para ellos mismos creando una SRL en Nueva Zelanda en la que J o su empresa es un socio limitado. El objetivo con esto es invertir en propiedades comerciales en Nueva Zelanda o en otros lugares.
De acuerdo con la escritura de la sociedad, la inversión realizada sólo puede ser vendida cuando Oscar cumpla los veintiuno. En el caso de este fondo, la propiedad se compró con los ahorros de sus padres, y la renta obtenida de la propiedad y los ingresos futuros procedentes de la venta se entregan a un fideicomiso ubicado fuera de Nueva Zelanda en el que Oscar, sus padres y los futuros hijos de Oscar son beneficiarios finales.
Esto es lo que ocurre:
• Los padres de Oscar son demandados debido a que hacen un mal contrato, se endeudan mucho para anular la demanda y acaban alcanzando la quiebra. Su representante legal intenta detener su participación en la sociedad. Pero la sociedad es en realidad fiduciaria del fideicomiso y no poseen nada. Por lo tanto, los padres de Oscar no están al amparo de la ley (a menos que la transferencia fue hecha para anular la quiebra o bajo circunstancias muy limitadas) el fideicomiso no puede ser quebrantado. Oscar y su familia por ello quedan a salvo.
• Oscar tiene un accidente y debe ser sometido a una operación para salvarle la vida, pero no está asegurado. La operación supone unos gastos de 200.000 y es demandado por el accidente – el representante legal intenta paralizar la propiedad de Nueva Zelanda- pero una vez más, volvemos al punto de que la propiedad pertenece al fideicomiso, y no a Oscar en este caso. Del mismo modo, cuando Oscar se casa y se divorcia, su esposa trata de tomar la propiedad pero no tampoco puede.
Por otro lado, supongamos que se trasladan a un país en el que los recién llegados no pagan impuesto sobre la renta. Por ejemplo, en Nueva Zelanda, no pagan impuesto sobre la renta para los nuevos inmigrantes los primeros 4 años.
Este ejemplo de la familia sirve para reflejar que incluso un modesto asalariado o un pequeño empresario pueden retirarse a una vida cómoda si usa el instrumento correcto y se toma su tiempo para planear una estrategia de inversión diversificada a nivel internacional.
Actualmente, uno de los mejores vehículos para la inversión offshore es la sociedad limitada para la consecución de sus objetivos.
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