Hungría es una excelente opción para realizar negocios

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Para la gente de negocios que busca constituir sociedades en el marco de la Unión Europea a costes asequibles y sin el “estigma offshore”, les invito a que lean este artículo puesto que va a ser de su especial interés.

Situado en el corazón de Europa, limitando con Austria, Eslovaquia, Rumanía, Ucrania, Croacia, Serbia y Eslovenia, Hungría se ha convertido en un foco de atracción para la inversión extranjera. No se trata de un centro financiero offshore como tal, pero desde su conversión a la economía de libre mercado su Gobierno ha tomado diversas políticas destinadas a facilitar el desarrollo de todo tipo de negocios.

La mayoría de la gente nunca ha oído hablar de Hungría en el contexto de la planificación fiscal o de la protección de sus activos. De hecho, muy pocas personas son conscientes de que antes de la adhesión de Hungría a la Unión Europea era posible incorporar compañías offshore no residentes o que existía hasta entonces un régimen fiscal preferencial para compañías que no operaban en el mercado local. Este régimen fue abolido en 2006 debido a la presión de la Unión Europea, pudiendo seguir beneficiándose de él solamente empresas constituidas con anterioridad a la fecha. A pesar de ello, Hungría sigue teniendo una fiscalidad muy atractiva con un impuesto sobre sociedades muy inferior al resto de los socios de la Unión Europea.

Además, en los dos últimos años, Hungría ha incorporado discretamente algunas leyes muy atractivas que lo convierten en una excelente jurisdicción de paso para vincular empresas “on” y “offshore”. Pero antes de entrar en detalles sobre cómo trata Hungría la privacidad, la protección de activos, la planificación de impuestos y la banca offshore, analizaremos previamente la política y la economía del país.

Conociendo Hungría: entorno político y económico

Hungría es una de las economías más abiertas de Europa central, con sectores importantes vinculados estrechamente a Europa Occidental a través del comercio y la inversión extranjera. La gran mayoría de las telecomunicaciones, banca, servicios públicos, manufactura y los sectores de televisión están en manos privadas y el sector privado representa la mayor parte de su Producto Interior Bruto.

La capital húngara, Budapest, es una ciudad con un tamaño manejable, de ambiente agradable y bañada por el Danubio. Cuenta con numerosas fuentes termales que ofrecen propiedades curativas y se puede disfrutar de jornadas de turismo paseando por sus parques donde podrá observar a los más mayores jugando al ajedrez.

Budapest es una de las capitales más bellas de Europa, y ha sido utilizada para el rodaje de películas como sustituta de París, de hecho se conoce Budapest como “el París del Este”, incluso para el rodaje de Evita sustituyó a Buenos Aires. En cuanto a los hoteles y restaurantes, tiene más similitudes con los precios de la capital que argentina que de la francesa.

Hungría está convergiendo mucho dentro de los estándares de riqueza y calidad de vida de la Unión Europea. La calidad de vida en Budapest, como centro del país en todas las formas, se aprecia de manera más notoria y más visible que el resto del país. Téngase en cuenta además que Budapest es el motor del crecimiento económico húngaro y que contribuye en más del 40% al PIB anual.

Budapest es una excelente ciudad para vivir y trabajar. El transporte público es barato y eficiente y el coste de la vida es bajo en comparación con Europa Occidental. Cuenta con un clima favorable, baja criminalidad, y en general la calidad de vida es más alta que en algunas capitales europeas.

Por su parte, el húngaro es un idioma impenetrable, diferente a cualquier otro. No obstante, para el turismo o para desenvolverse en los círculos de negocios no será un problema el idioma puesto que hay un buen manejo del inglés.

Budapest es un destino fácilmente accesible, quedando a dos horas en vuelo directo con Ryanair desde el Reino Unido y España, o a dos horas y media en coche desde Viena o Bratislava. Croacia y el Adriático se encuentran a unas seis horas en coche. Y un destino húngaro muy popular en verano, el Lago Balaton, el más grande de Centroeuropa, se encuentra a tan solo 90 minutos de Budapest.

Hungría fue un punto de atracción para las inversiones inmobiliarias, se ofrecían apartamentos antiguos en bellos edificios que necesitaban restauración a precios asequibles. Las propiedades en esta ciudad eran una inversión segura, de poco riesgo y beneficiosa, que valían la pena, hasta que en 2004 los irlandeses compraron medio Budapest y estalló la burbuja en el sector de los bienes raíces.

Un fuerte crecimiento económico fue registrado en la última década, apuntalado por un mercado económico abierto y dominado por la entrada masiva de inversiones multinacionales. Pero es evidente que Hungría también se ha visto afectada por la crisis mundial, si bien es cierto que en menor medida que otros de sus socios europeos, especialmente porque pese a su adhesión a la Unión Europea en 2004, Hungría no forma parte de la zona euro y el forint húngaro (HUF) sigue siendo la moneda nacional. En la actualidad, no existe una fecha límite para la adopción del euro.

En cuanto a su ambiente político, Hungría fue conducida en 1989 a la caída pacífica del comunismo siendo Viktor Orban uno de los solicitantes de la libertad. Durante los 90, Orban logró reconocimiento internacional y fue elegido en 1998 Primer Ministro húngaro con una política conservadora bajo un carácter liberal y moderado.

Durante cuatro años hizo grandes incursiones en ese sentido, una reforma profunda del Estado, más orientado al libre mercado con políticas de déficit fiscal y de reducción de la inflación. Sus medidas de reforma radical de las administraciones pública con el reemplazo de miles de funcionarios, le hicieron perder mucha popularidad y en 2002 tuvieron lugar las elecciones más acaloradas que Hungría había experimentado, marcadas por una división cultural y política en el país sin precedentes, en las que no resultó reelegido.

Desde entonces, las cosas comenzaron a ir cuesta abajo en el país hasta el punto de que en 2012 Orban fue reelegido Primer Ministro. Desde su retorno al poder, parece haberse transformado en un autócrata con un creciente control de los poderes legislativos, judiciales y económicos, así como también de los medios de comunicación.

Dentro de un discurso netamente nacionalista ha inquietado en estos dos últimos años en numerosas ocasiones a la Unión Europea, al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Propuso una nueva constitución que sembró la ira en las citadas instituciones, llegando a escucharse voces que reclaman sanciones e incluso, la exclusión del país de la Unión. Todo ello parte de la protesta contra las enmiendas constitucionales, que merman la independencia del Banco Central, en las que se acusa de  manipulación de dicho organismo, cuyos responsables quedan sometidos a la disciplina del Gobierno. Además, la nueva legislación limita los poderes del Tribunal Supremo y abre nuevas restricciones a la libertad de información.

De todas formas, no creo que estos asuntos afecten a la política fiscal o incluso a la banca. Además, seguramente, hablando con las personas adecuadas, se apreciarán dos lados en esta historia.

Los bancos centrales están a cargo de los políticos. No sería realista tratar de reclamar que la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra fueran independientes del control del gobierno, aunque en su nombre lo sean. Por ello, no se podía esperar que Hungría fuera diferente. En cuanto a la manipulación de la «independencia» de los medios de comunicación, esta alegación al parecer tiene su base en el intento de Orban de reformar la emisora estatal, un gigante bastión de la burocracia y el sindicalismo que tenía fugas de dinero como si fuera un colador, pero que los gobiernos anteriores habían rehuido atacar.

En junio de 2011, el Primer Ministro chino Wen Jiabao visitó Budapest. China podría comprar «una cierta cantidad» de bonos del gobierno húngaro y ampliar a un billón de euros la línea de crédito a Hungría, como anunció en una conferencia de prensa conjunta con Orban, quien dijo que Hungría había entrado en una alianza nueva e importante con China.

Mientras tanto, el gobierno de Orban anunció «La guerra de la independencia económica.» En octubre de 2011, el Ministro de Economía de Orban anunció que «el gobierno formaría su política económica contra la institución de tres letras», en alusión al Fondo Monetario Internacional. Fue tras esto cuando los burócratas europeos de la Unión comenzaron a criticar la Nueva Constitución de Hungría.

Se constata de esta manera que la figura de Viktor Orban ni es la de un político al uso ni queda exenta de polémica.

El debate sigue abierto.

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