Tanto como deseo proteger mis activos corrientes (cuentas bancarias, certificados, etc.), depositándolos en lugares confiables y seguros, debo tener en cuenta que el acceso a ellos es tan importante como la cantidad misma que pongo en ahorro, mejor aún, mientras mayores los montos, más trascendentes han de ser los controles aplicados.
Conocedores de los avances tecnológicos en el área de la información y del uso racional o no que se le destinen, así lo veríamos dependiendo de la acera donde nos encontremos, debemos ser dueños de la vía y de la meta, pues sería un descuido imperdonable, que cualquiera llegase a la meta, incluso primero que nosotros. Así de simple mostramos la facilidad con que desaprensivos, entiéndase: competencia, gobierno, hackers, etc.; pudieran estar espiándonos para sus intereses, a espalda de nosotros o en nuestras propias narices.
La virtualidad anda de forma paralela a la vida real, de una manera que no sabemos cuál va más adelantada, hemos hecho a la realidad virtual obligatoria para mantener la vida real y la hemos nombrado: Internet. No tenemos que poner ejemplos, sólo sabemos que la recordamos más que el Padre Nuestro. Lo que debemos entender es que no está bajo nuestro control, ni siquiera bajo el control del gobierno, es totalmente “libre”, libre de que se pueda hacer cualquier cosa y para eso es que debemos estar prevenidos.
Hemos mencionado un punto interesante: “no está bajo el control del gobierno”, contratamos una empresa de servicios que nos ofrece la integración a la red virtual, pero a su vez mantiene un registro de cada tecla que pulsamos; nos hacemos de una cuenta de correo, donde el proveedor de la misma, valida cada mensaje y nos muestran anuncios publicitarios que algorítmicamente preparan según nuestro comportamiento; interactuamos en redes sociales que nos obligan a entregarles datos personales sin que nos manifiesten: “todo lo que escribas, pudiera ser usado en tu contra”; lo mejor de todo, es que dichas informaciones, por mucho que te hagan creer en contrario, es conseguida por terceros, ya sea por mala práctica, comprada o en el caso de los gobiernos por alguna ley para esos fines. Y para colmo, he dicho: “estoy de acuerdo” y me comprometo a pagar por ello.
Casos han habido, de personas, que por la publicación de gustos, ubicación, planificación de vacaciones, cuantos viven en mi casa, donde trabajo, fecha de nacimiento, etc., hayan sido perjudicados, con robo, hackeo de cuentas, cuando malas gentes obtienen dicha información.
Nos hemos convertido en “Figura Pública” sin proponérnoslo, lo hemos aceptado pues no comprendemos el alcance de la vigilancia a la que estamos sometidos, mantenemos la negación de nuestra realidad por comodidad, es nuestro “Yo” que ha sido invadido, no estoy seguro si lo que hago es porque lo deseo o estoy inducido a hacerlo. Si no estábamos conscientes, ya es hora de tomarlo en cuenta y actuar en consecuencia.
Parafraseando a Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis informaciones, si no las cuido, también me pierdo”, entonces he de sentirme responsable de mi cuidado en sentido general, tratando de dificultarle a los que de interpósita manera quieran acceder a mi “Yo”.
¡Albricias!, por suerte en este caso también se nos han adelantado, existen tecnologías para la protección de nuestras informaciones, en las cuales podemos confiar plenamente, navegar en la Internet y burlarnos del sistema, mediante VPN (red virtual privada), que si no impide, dificulta en grado superlativo la observación de mis datos, es interesante conocer como “navegan”, cuando Internet se comparaba con el mar; ahora, como “viajan” o “vuelan”, al situarse en las “nubes”; los mismos, su comportamiento y la vigilancia que conlleva.
Es comparable a cualquier viajero que debe presentar y esperar que le sellen el pasaporte en cada puerto que visite, y ahora más, que le tomen las huellas dactilares y hasta foto, las cuales quedan registradas, para cualquier uso posterior, pudiendo ser de estadísticas o control. Asimismo, cada correo electrónico, tweet, visita a cualquier página web, deja “ese” registro, de nuestro “Yo virtual”, nuestra PC, que siendo de conocimiento público, es el que puede utilizarse con fines aviesos o sin mi permiso.
Sin necesidad de estar incurriendo en algo pecaminoso o ilegal, sólo saberlo me molesta, pues en ello reconozco la invasión de mi privacidad, sencillamente intolerable. Pasaremos pues a conocer como enfrentaremos tan ridícula situación.
Volvemos a mencionar la VPN y como nos puede ayudar, les adelanto un nombre: Cryptohippie, Inc., la solución perfecta en protección y seguridad de nuestras informaciones, que será tema de nuestro próximo artículo. Dicen que hay una vida mejor…, ¡pero es más cara!, y mi privacidad, “no tiene precio”.
Hasta entonces,
Por Homer Q. Eiden
Contáctenos y solicite una consulta personalizada y gratuita acerca de todos nuestros servicios