China, cultura y economía renovadas

En este viaje decidí explorar algunas de las principales ciudades de China, por lo que visité Shenzhen (en el sur); Hong Kong (su ciudad vecina) y Guangzhou, un importante centro industrial y comercial. Después, recorrí una gran distancia para llegar a Harbin, conocida como la «ciudad del hielo y la nieve», la cual se encuentra adyacente a Japón y Corea, finalmente realicé un vuelo a Shanghai y Pekín.

Al visitar estas ciudades, inmediatamente nos damos cuenta de que ese concepto que describe a China como una entidad unitaria solo es producto de la imaginación del mundo occidental o, aún más probable, de la mentalidad estadounidense que desafortunadamente, por su carencia educativa, cataloga a todos los chinos como iguales. En realidad, China está compuesta aproximadamente por 56-58 naciones con preceptos, idiomas, vestimenta, hábitos y creencias muy distintas. China eclipsa a Europa en términos de masa continental y, en cuanto a su población, equivale a juntar a todos los países del mundo. Intentar describir, y aún más entender, a esta gigante paradoja humana es tan difícil como parafrasear las obras de Lao Tzu o comprender el Zen.

Se pudiera perdonar a los estadounidenses por su noción errada, considerando que Mao Zedong, el big brother del pueblo chino, también creía que China era una sola. Para unificarla, tuvo que adoptar esa actitud de Karl Marx que concibe a todas las personas como iguales y poner en marcha lo que se conoce eufemísticamente como La Revolución Cultural, con el objetivo de eliminar todos los vínculos de China con su pasado. Al igual que Marx, Mao creía que el estómago era más importante que el corazón o la esencia de las personas, así que se dedicó exitosamente a alimentar a la población hambrienta de China mientras desmantelaba toda su historia cultural.

La mayoría de los chinos que tienen memoria  consciente consideran que Mao se excedió, y este es un tema que es mejor evitar porque el precio que China tuvo que pagar fue muy alto; hoy en día, aunque las barrigas están llenas, hay una gran cantidad de contaminación, alimentos tóxicos, medicinas de mala calidad y una serie de problemas sociales. Los errores de aquella época fueron innumerables y Mao continuó aislando a China del resto del mundo, un error cometido por muchos de los emperadores anteriores que se negaron a mantener relaciones con Occidente y luego, irónicamente, sufrieron los agravios de la invasión, la misma que Mao llegó al poder para resolver. Aunque China se aisló del pensamiento, la tecnología e innovación occidentales, un punto importante es  que no se redujeron los valores renovados del confucianismo, el budismo y el taoísmo, que alimentaron el alma de la cultura e identidad chinas.

Bajo el mandato de líderes como Deng Xiaoping (que puede ser considerado como el Gorbachov de China, de la misma manera que Mao podría ser el Stalin de dicho país), la China moderna se ha dado cuenta que, si bien todas las personas son iguales, algunas son más iguales que otras y se ha iniciado el largo camino hacia la reforma económica, financiera y social que caracteriza a la China de hoy. Si bien las fábricas chinas suministran una gran proporción de la demanda mundial de bienes, Occidente no ha caído en cuenta que la mejor y más valiosa exportación de China es su gente.

En Harbin, converso con dos estudiantes de idiomas que hablan con fluidez el español, inglés y ruso y que sueñan con comenzar un negocio en España. En Guangzhou y Shanghai, visito esas librerías donde los pisos están repletos de niños pequeños que leen clásicos en inglés con sus padres. Las tiendas están llenas de robots basados en inteligencia artificial que ayudan a los niños a hacer su tarea. Mientras que el sistema educativo occidental está truncando el intelecto de sus hijos y convirtiéndolos en ovejas, los chinos ya han preparado una generación que ha sido abiertamente educada, así como altamente disciplinada y está preparada para ofrecer diversos talentos a un Occidente mermado y en rápida decadencia. El número de estudiantes occidentales que ahora están estudiando en China está en aumento, entendiendo que su futuro ya no está asegurado en los ‘Harvards’ o ‘Yales’ de Estados Unidos, sino que se trata de volverse lo suficientemente competitivos como para ser aceptados por los nuevos centros financieros del oriente.

En el monasterio de Shaolin, vemos las semillas de esta nueva generación: 30 000 niños entrenando ocho horas al día en el calor y el frío, inmunes al dolor y al trabajo duro. Los niños chinos estudian 12 horas diarias y ya un gerente financiero de Singapur me había comentado que los estudiantes de este país están reemplazando incluso a los mejores graduados de Singapur debido a su formación y habilidades superiores.

Mientras Estados Unidos se despierta de su complaciente e ignorante sueño para iniciar una guerra comercial, no se da cuenta que dicha guerra está perdida de antemano. Decenas de millones de jóvenes chinos educados y graduados en el país, que luego tomaron maestrías en las mejores universidades occidentales, son los que están actualmente liderando el camino de la expansión comercial de China hacia todo el mundo.

Los niños chinos estudian 12 horas diarias y ya un gerente financiero de Singapur me había comentado que los estudiantes de este país están reemplazando incluso a los mejores graduados de Singapur debido a su formación y habilidades superiores.

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Este país no solo se ha reinventado a sí mismo, sino que ha emprendido un resurgimiento de proporciones monumentales que el mundo aún no puede comprender. La iniciativa del Cinturón y la Ruta de Seda es una política que ahora está consagrada en ley con el objetivo de crear una nueva Ruta de la Seda global, en la que la industria china expandirá su comercio a todas las naciones y rincones del mundo. Estos nuevos negocios de China al estilo Marco Polo, traerán consigo no solo un inmenso flujo de dinero e inversión para el país, sino también nuevas tecnologías en los sectores de la construcción, informática, inteligencia artificial y cinematografía que, en algunos casos, ya son mejores que en Occidente y ciertamente lo superarán en los próximos veinte años.

Mientras que el gobierno controla sus participaciones en la manufactura y en la industria, se le ha permitido a una nueva generación de empresarios chinos construir una China moderna. El país tiene su propio Internet, sus sistemas de pago autónomos y sus propios portales comerciales, como Ali Baba, los cuales coexisten con la antigua economía tradicional. El genio del capitalismo ha sido liberado y nadie puede devolverlo a la botella. Son dos mil millones de personas con plenos conocimiento e ideas, disciplinadas y educadas, que viajan a lo largo de la Franja y la Ruta y por todos los rincones del mundo.

El presidente Xi Jinping visitó Panamá y otros países de Latinoamérica con el objetivo de promover la expansión económica de China y de su recurso humano en este lado del continente. China ahora está a cargo de la construcción de carreteras, puentes y edificios residenciales en la ciudad de Panamá y en muchos otros centros latinoamericanos.

Para América Latina, con sus tradiciones feudales, sus economías atrasadas y una fuerza laboral muy poco educada, la participación de China representa tanto una oportunidad como un desafío. Pero sin importar cuál sea el punto de vista estadístico y financiero, el simple impacto del capital y lo cuantioso del recurso humano sobrepasarán todo lo que nuestra generación haya visto antes.

Ahora, si hay un resurgimiento empresarial, también habrá un renacimiento cultural en China. Cada vez más se están retomando los valores antiguos, los templos están siendo reconstruidos y las tradiciones están resurgiendo. China siempre ha defendido los valores y costumbres familiares; su breve experimento basado en la imposición de la igualdad está llegando a su fin y mientras Occidente se está especializando rápidamente, los chinos han vuelto a adoptar abiertamente la cultura basada en la riqueza y la prosperidad.

Todas las principales marcas están aquí, las tiendas en todas partes tienen los mejores productos y exquisiteces del mundo, además los chinos están adquiriendo lo que Occidente ya no puede darse el lujo de comprar. De hecho, un símbolo de riqueza y la moda actualmente es tener mayordomos y niñeras occidentales (ingleses/suizos). En tres generaciones, el panorama se ha invertido completamente.

En Harbin, le pregunto a mi taxista qué opina de sus perspectivas y su vida. Él responde que las cosas están mejorando, que vienen más turistas, que ahora más personas pueden pagar un taxi y que no se puede quejar. En Shangai, los taxistas ya pueden hablar inglés y comentan lo mismo; que sus ingresos están aumentando y las cosas, aunque podrían ser mejores, siguen siendo buenas. Y así deberían ser; oficialmente en China hay más de 50M de millonarios, los cuales por supuesto pueden permitirse tomar un taxi, los salarios están aumentando y la economía no muestra signos de estancamiento en el corto plazo.

«No entiendo estos precios», dice. “Los estadounidenses construyen sus fábricas en nuestras ciudades y envían nuestros productos a Estados Unidos. ¿Por qué están tratando de castigarnos por sus acciones?” De hecho, él tiene razón. Estados Unidos por iniciativa propia clausuró todo su sector manufacturero, atraído por la promesa de mano de obra barata y bajos impuestos. Ahora, el país norteamericano ha pagado el precio por su propia locura y ya es muy tarde para revertir lo hecho.

Mientras Occidente está ocupado aplicando aranceles, no se da cuenta que la economía interna de China es tan grande que ya no necesita depender de la exportación de bienes hacia ese mercado. Más bien, puede enfocarse hacia lo interno y satisfacer la creciente demanda de bienes y servicios de su gigantesca población. Ahora es China quien con su enorme reserva de dólares estadounidenses está comprando el mundo, bajo la premisa de que es mejor tener propiedades que dinero en efectivo que pronto se devaluará.

Y mientras Estados Unidos vocifera sobre la invasión china, los chinos ya llegaron a todas las principales ciudades y países del mundo. Estos han abandonado su nefasta política de tener un solo hijo y ahora pueden concebir varios. Mientras Occidente está envejeciendo, China se está volviendo un país más joven, lo que demuestra que realmente es la economía del futuro.

Pronto el ADN chino se transmitirá en los genes de la mayoría de la población global, de modo que en unas pocas generaciones el mundo se convertirá en China. Esto no es bueno ni malo, pero es tan inevitable como la propagación global de la humanidad desde la era del hielo.

Le pregunto a mi taxista qué desea para sus hijos.

«Que vivan en occidente», responde.

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